miércoles, 19 de octubre de 2016

El Cantar de Roldàn

1.- 
  1. Cid Ruy Días, el buen lidiador.
  2. Martín Antolines, el burgalés de pro.
  3. Muñoz Gustioz,  el que fue su criado.
  4. Martín Muñoz, el que mandó en Montemayor.
  5. Galìn García, el bueno de Aragón.
  6. Fèlez Muñoz, su sobrino del Campeador.

2. Porque era fiel y leal tanto a su rey (su tío Carlomagno) como a su pueblo, por este motivo es un vasallo ejemplar, pues defendió el reino de aquellos que querían invadirlo.

3
  •  Fidelidad y no traicionarlo.
  •  Trabajo en la reserva señorial.
  • Pago de impuesto por el uso de la tierra.
  • Prestar ayuda militar a su señor.
  •  Aconsejar a su señor.
  • Defender el reino, a tal punto de morir por el bienestar de su pueblo.


 4.- Los francos han luchado con vigor y gran ánimo. Caen los infieles por miles y en tumulto. De los cien mil, apenas dos han logrado salvarse. El arzobispo, uno de los pares, dice:
-¡Bien se portan los nuestros! ¡Ningún rey tuvo mejor ejército bajo el sol!
[...]Mientras avanzaba contra ellos, con sus huestes numerosas, el rey Marsil.

5.-
  1. Valientes
  2. Mártires
  3. Franceses escasos
  4. Invencibles
  5. Infieles innumerables


6.-
  • La lealtad, sobre todo.
  •  El heroísmo
  • La valentía
  • El espíritu d guerra
  • El honor


martes, 18 de octubre de 2016

Invasión de los moros

Los árabes musulmanes, alentados por la idea de la "guerra santa", iniciaron en el siglo VII una fulgurante expansión por el Oriente Medio y el norte de África, llegando hasta las costas del océano Atlántico.
Aprovechando la crisis interna del reino visigodo, envuelto en una de sus constantes luchas internas por el poder monárquico, cruzaron el estrecho de Gibraltar en el año 711 iniciando la conquista de la península ibérica.
Los musulmanes derrotaron en la batalla de Guadalete (711) al último rey visigodo, Rodrigo, que perdió la vida en el combate. Animados por aquel éxito, los invasores decidieron proseguir el avance por las tierras hispanas. En apenas tres años, los musulmanes lograron conquistar la mayor parte de las tierras hispánicas sin encontrar apenas resistencia.
El Emirato (756-929)
Tras la invasión musulmana, la mayor parte de la península ibérica se convirtió en una nueva provincia del califato islámico (imperio musulmán), Al-Ándalus. Al frente de este territorio se colocó a un Emir o gobernador que actuaba como delegado del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.
Los musulmanes realizaron algunas incursiones por el norte de la Península, pero fueron derrotados por los astures en Covadonga (722). También penetraron en suelo franco, donde ocuparon ciudades como Narbona, pero sufrieron un duro golpe ante el ejército de los francos en las proximidades de Poitiers (732). Esta batalla supuso el fin de la expansión árabe musulmana en Europa.
A mediados del siglo VIII tuvo lugar un hecho clave. La dinastía Omeya fue víctima de la revolución Abasí, familia que se adueñó del Califato. Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en Al-Ándalus, donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien comenzaba en Al-Ándalus el período conocido como emirato independiente, debido a que acabó con la dependencia política de los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad. Al-Ándalus siguió reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual del mundo musulmán.
Abd-al-Rahman I fijó su capital en la ciudad de Córdoba e inició la tarea de construcción de un estado independiente en Al Ándalus. Para ello necesitaba fundamentalmente tres cosas: un ejército, unos ingresos económicos, y sofocar las posibles revueltas de sus enemigos. El desafío al poder central de Córdoba fue una constante en las grandes familias nobles musulmanas asentadas en las diversas regiones de Al-Ándalus. (http://www.historiasiglo20.org/HE/2a.htm)
La España árabe - Al-Andalus
Al-Ándalus, la España musulmana, no fue al principio independiente, sino una provincia que pertenecía al Califato oriental. Los nuevos dominadores fijaron su centro político en Córdoba, sede del emir que gobernaba bajo la jurisdicción del califa. En 756, el Califato de Córdoba fue proclamado soberano e independiente, y a partir de esta fecha hasta 961, bajo los califas cordobeses Abderramán II y Abderramán III, Al-Ándalus conoció un período de máxima prosperidad e intenso florecimiento cultural y espiritual, Córdoba convirtiéndose en la capital de la cultura europea, con sus famosas bibliotecas, sus palacios suntuosos, sus magníficas mezquitas (la mezquita es el edificio capital de la arquitectura árabe dedicado al culto religioso). Después de esta época de esplendor y grandeza, el Califato es abolido a principios del siglo IX y la España árabe desaparece como unidad política dividiéndose entre las principales ciudades, en pequeños reinos desunidos llamados taifas. A pesar de sus debilidades, los reinos de taifa alcanzaron verdaderas cimas en su desarrollo cultural, especialmente en literatura, artes y ciencias, hasta la caída de Granada, el último reino árabe de España, en 1492. La aportación de la civilización y cultura árabes es altamente significativa y se manifestó en todos los campos de la vida española: la organización administrativa y jurídica, la economía, las artes y ciencias. Este insigne florecimiento cultural reposaba sobre una sólida base de prosperidad económica y comercial. En la agricultura, introdujeron nuevos cultivos (algodón, caña de azúcar, azafrán) y nuevas prácticas hortícolas, y mejoraron y ampliaron el sistema de canalizaciones de aguas de riego, obra de los romanos. Fomentaron también la ganadería, la minería, crearon o desarrollaron nuevas industrias: de tejidos de lana y seda, vidrio, cuero estampado (es célebre el fabricado en Córdoba), la cerámica, la orfebrería etc. Importantes descubrimientos y adelantos en varias ramas del saber - filosofía, historia, astronomía, literatura, matemáticas, medicina, botánica etc. - se deben igualmente a los árabes, que transmitieron a España y al mundo occidental la rica filosofía y cultura de la antigüedad griega, iniciando el renacimiento de la civilización clásica, oscurecida después de la destrucción del Imperio Romano. Córdoba, el gran centro cultural ya citado, donde se fundían el clasicismo y el orientalismo, así como Granada, destacaban también en la opulencia, el lujo y la belleza de sus construcciones, en el refinamiento de sus elementos de decoración. Ejemplos notables son: la gran Mezquita de Córdoba, construida entre los siglos VIII y X, los palacios de Medina Azahara (Córdoba) y la célebre Alhambra (Granada), que presentaremos más adelante en el capítulo dedicado al arte hispanomusulmán.
En literatura, de la simbiosis cultural entre el mundo oriental y occidental surgieron las formas literarias llamadas moaxajas, composiciones que unían cancioncillas en la lengua romance, llamadas jarchas, a la poesía en árabe clásico.
En conclusión, la España árabe, llena de vida y originalidad, se caracteriza por su riqueza material y espiritual, por una intensa y espléndida actividad creadora, que prepara las grandes realizaciones de la España futura.
Cabe señalar además que numerosos logros económicos, comerciales, científicos, espirituales y artísticos se transmitieron mediante la España mora a la Europa cristiana, en cultura por ejemplo filtrándose hacia la filosofía escolástica, hacia el arte románico, hacia la poesía lírica de los trovadores. (Referencia: http://www.scritub.com/limba/spaniola/LA-INVASIN-MUSULMANA-LA-ESPAA-91444.php )
Califato de Córdoba
Uno de los mayores logros políticos de la España árabe fue la creación del Califato de Córdoba por Abderramán I en el año 756, poniendo en entredicho la hegemonía del califa de Damasco en el mundo musulmán. Esta fundación de un nuevo califato convirtió a Córdoba en la ciudad más importante de occidente, compitiendo con Constantinopla o Damasco. Su legado permanece hasta hoy, con importantes huellas del arte islámico, como el Alcázar de Córdoba o la Mezquita. De este pasado glorioso todavía resuenan nombres, como el de Abderramán III o Almanzor. El Califato sucumbió en el año 1031, lo que supuso la ruptura de su sistema político y la aparición de los Reinos de Taifas, que produjeron el paulatino debilitamiento de la sociedad de Al-Ándalus.
El Califato de Córdoba entró en crisis con la muerte de Hisham II y la guerra civil entre sus herederos y los de su primer ministro Almanzor. Esta guerra civil, conocida como fitna, supuso la decadencia del califato, que terminaría en el año 1031. Esto implicó la fragmentación del califato y dio como resultado los Reinos de Taifas.  (http://www.donquijote.org/cultura/espana/historia/el-califato-de-cordoba9 )
Reinos de Taifas
La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en el año 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas expresión que significa “banderías”.
De forma paulatina las taifas o banderías de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza fueron independizándose del poder central de Córdoba.
En un principio el Califato se fragmentó en veintisiete reinos de taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos.
Estos pequeños reinos, mucho más débiles que el Califato, se mostraron sumisos hacia los dirigentes cristianos, a los que entregaban unos tributos llamados parias. Mientras tanto, el avance de la reconquista cristiana culminó con la conquista de Toledo en el 1085.
Una vez rota su unidad, al-Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, ese proceso no fue lineal, pues hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse.
En esos casos, el impulso vino del norte de África, con las invasiones de los almorávides y los almohades. Pero, a partir de la derrota de estos últimos en las Navas de Tolosa (1212), el avance cristiano fue imparable y la España musulmana acabó reducida al pequeño reino de Granada.
El arte musulmán de los reinos de Taifas
A pesar de los disturbios políticos del siglo XI en España, el arte musulmán no se agotó con la caída del Califato.
El arte musulmán se fraccionó y penetró en el resto de Al-Ándalus. Este siglo, el de los pequeños reinos independientes llamados taifas, va a estar marcado por la construcción de murallas alrededor de las ciudades, normalmente a base de barro apisonado. Estas murallas se construyen con motivo de los roces continuos con sus vecinos donde la movilidad de las fronteras es constante.
Aljafería de Zaragoza
El palacio de la Aljafería de Zaragoza no es sólo la indiscutible obra cumbre conservada del arte de las Taifas, sino también una de las mejores de todo el arte islámico en España gracias a los elementos conservados y/o restaurados.
La Aljafería fue construida por el rey de la poderosa taifa de Zaragoza Abuchafar Ahmed Almoctadirbiba (1047-1081) denominado originalmente "Casa de Regocijo". Tras la reconquista aragonesa paso a palacio real cristiano siendo acometidas diferentes obras alteradoras hasta llegar a nuestros días en que se ha cuidado la restauración y reconstrucción de algunas partes.
Exteriormente tiene aspecto de castillo amurallado o fortaleza, presentando un recinto casi cuadrado con 16 torres cilíndricas y una cuadrada, la del homenaje, que se alza en el costado septentrional de la fortaleza.
En su interior y desplazándonos hacia el sur a partir de la citada torres hay tres salas palaciegas, la de la Chimenea, la del entrada al Oratorio y la sala de los Mármoles. Inmediatamente más al sur se abría el gran patio rectangular.
Bañuelos de Granada
De los baños árabes de España probablemente el mejor conservado es el Bañuelo de Granada, también llamado del Darro.
Es del siglo XI y dispone de una serie de estancias abovedadas con claraboyas o óculos estrellados u octogonales. Tras el vestuario se disponen el frigidarium, tepidarium y caldarium.
Frigidario y caldario son similares de planta rectangular y con atajos de arcos de herradura en sus extremos.
Alcazaba de Almería
Alcazaba de Almería Del siglo XI data lo más antiguo de las alcazabas de Málaga, Almería y Granada.
Además de los recios muros y torreones que se ciñen a las irregularidades del terreno, es necesario destacar varias cámaras con a las que se accede por puertas de herradura. (http://www.arteguias.com/taifas.htm )
Los imperios norteafricanos
La debilidad del Al-Ándalus fragmentado en los reinos de Taifas permitió a los reinos cristianos del norte tomar la iniciativa militar en la península. Esta superioridad cristiana se vio dos veces interrumpida por la irrupción en Al-Ándalus de dos invasiones norteafricanas que consiguieron de forma efímera recuperar la unidad de la España musulmana.
La pérdida de Toledo en el año 1085 fue un duro golpe para los musulmanes de Al Ándalus. La reacción fue llamar en su ayuda al poder que se había hecho fuerte al otro lado del estrecho de Gibraltar: el imperio almorávide.
En el año 1086 llegaron los almorávides, agrupación de tribus beréberes dedicadas a la ganadería, que poco antes habían creado un imperio en el norte de África.
 Caracterizados por el rigor religioso, los almorávides acabaron con los taifas, unificaron el poder político en al-Ándalus y lograron contener el avance de los cristianos hacia el sur. Sus éxitos militares más importantes fueron las batallas de Sagrajas (1086) y de Uclés (1108).
El poder almorávide fue efímero. A mediados del siglo XII la unidad de Al-Ándalus se vino abajo y la fragmentación política trajo los conocidos como Segundos Reinos de Taifas.
Más tarde llegaron a la Península Ibérica los almohades, que habían constituido unos años antes en el Magreb un nuevo imperio, también formado por beréberes.
Los almohades no solo unificaron nuevamente al-Ándalus, sino que hicieron frente a los cristianos logrando algunos éxitos notables, como el obtenido en Alarcos (1195) contra Alfonso VIII de Castilla. También en este período se construyeron algunos edificios emblemáticos de la España musulmana como la Giralda de Sevilla.
Sin embargo, el intento almohade de reunificación de Al-Ándalus también fracasó. El momento clave fue la aplastante derrota sufrida ante los cristianos en las Navas de Tolosa (1212). El hundimiento del imperio almohade llevó de nuevo a la fitna. Las nuevas taifas no pudieron resistir el avance cristiano que resultó prácticamente incontenible. La España musulmana quedó reducida al reino nazarí de Granada. (Referencia: http://www.historiasiglo20.org/HE/2b.htm)
La dinastía Omeya
Los Omeyas fueron una dinastía de califas del Imperio Árabe, cuya estancia en el poder se alargó entre los años 661 y 750. A la familia omeya pertenecieron catorce califas, de reinados breves, normalmente porque llegaban ancianos a la máxima dignidad en el mundo islámico, a la que le correspondía tanto el poder político y militar como el religioso. Ellos fueron: Muawiyyah (661-680), Yazid (680-683), Muawiyyah II (683-684), Marwan Ibn al Hakam (684-685), Abd al Malik (685-705), Walid (705-715), Sulayman (715-717), Omar II (717-720), Yazid II (720-724), Hisam (724-743), Walid II (743-744), Yazid III (744), Ibrahim Ibn al Wahid (744) y Marwan II (744-750).
La familia Omeya pertenecía a la tribu quraisí, que en tiempos preislámicos había gobernado la Meca, y que combatió al Profeta forzándole al exilio en Medina (622 d. C.). El califa Utmán, de los Omeyas, fue asesinado en 656 por los partidarios de Alí, que se convirtió entonces en califa, pero el gobernador de Siria, Muawiyyah, de la familia omeya, se levantó contra él, acusándolo del asesinato de su pariente, y lo derrotó en la batalla de Siffin, en 657. Huido Alí a Iraq, Muawiyyah se encontró como árbitro de la nueva situación y se proclamó califa en Damasco, trasladando la administración del Imperio a esa ciudad siria.
Califato abasí
El Califato Abasí, fue la segunda dinastía de califas (750-1258).
La dinastía abasí fue fundada por Abu-l-´Abbas al-Safar, que se proclamó califa y organizo una tenaz persecución de los omeyas. Su sucesor fue al-Mansur, quien trasladó la capital omeya a Bagdad.
Los Abasíes son más unos líderes religiosos, imanes, que gobernantes. Los califas abasíes dejarán el gobierno en manos de sus visires. Esta dejadez del gobierno provocó el desprestigio del califato y favoreció que aparecieran otros califas, como el fatimí en el norte de África (909), o el omeya de al-Ándalus (929). De todas formas, la unidad ya se había roto con la instauración, en el 756, de un emirato omeya en Córdoba.
Al-Safá (750-754) se dedicó, sobre todo, a perseguir a los fieles a los Omeyas, apartándoles del gobierno de las provincias. Al-Mansur (754-775) le sucedió en el califato. Se enfrentó a los chiíes y los jariyíes, que consideraban que se les había apartado del poder, e iniciaron una revuelta en el 755. Los jariyíes se establecieron en El Cairo en el 758, creando un territorio autónomo. Pero en el 760 fueron derrotados por las tropas califales. No obstante, fundaron un emirato en Tahert, en África. En el 762 al-Mansur funda Bagdad (la ciudad de la paz) y traslada allí la capital del califato. Durante la época abasí es la familia Barmakí la que controla el visirato, hasta su caída en desgracia en el 803.
A la muerte de al-Mansur se abre un periodo de luchas por el califato que llegan a la anarquía total entre el 809 y el 813. Ese año logra imponerse como califa al-Mamún (813-833) que inició una época de esplendor intelectual. El siguiente califa es al-Mutasim (833-842) que no pudo mantener el califato en Damasco y se trasladó a Samarra, en el 835. Harto de las intrigas de su guardia personal, la sustituyó por mercenarios extranjeros, bereberes y turcos. Los mercenarios trucos acabaron dominado al califa, y a la institución califal, quitando y poniendo califas a su antojo. Puede considerarse como último califa abasí a al-Mutauakil (847-861). Después de él los califas apenas tienen autoridad, y son más que nada una ficción. En 1258 la invasión mongola obliga al califa a refugiarse en El Cairo. En 1299 Osmán I se hace con el poder y funda la dinastía de los Otomanos que acabarán por conquistar Bizancio, en 1453. El imperio musulmán comienza a perder territorios y los califas no tienen ningún poder. No obstante, la ficción se mantendrá hasta 1517, cuando los Otomanos legalicen su poder.
La época de máximo esplendor correspondió al reinado de Harún al-Rashid (786-809). Entonces comenzó la decadencia política que se acentuaría con sus sucesores. El último califa al-Musta´sim fue asesinado en 1258 por los mongoles, que habían conquistado Bagdad. Sin embargo un miembro de la dinastía pudo huir a Egipto y mantuvo el poder bajo el control de los mamelucos. Esta última rama de la dinastía se mantuvo hasta 1517 cuando los turcos otomanos conquistaron Siria y Egipto.
Reino de Castilla.
Fue uno de los reinos medievales de la Península Ibérica que existió entre los años 1065 y 1230. Surge como entidad política autónoma en el siglo IX siendo condado vasallo del Reino de León. Su nombre se debió a la gran cantidad de castillos que se encontraban en la zona.
Esta tierra estaba habitada mayoritariamente por habitantes de origen cántabro y vasco con un dialecto romance propio, el castellano y unas leyes diferenciadas. En el año 929, el condado de Castilla se independizó de León con el conde Fernán González.
Unificación de los dos reinos de Castilla y Aragón
En 1469, se casan en secreto Isabel y Fernando, príncipe heredero de Aragón. Este enlace, conlleva la unión de los reinos de Castilla y Aragón en 1479, aunque no es totalmente efectiva hasta el reinado de su nieto, Carlos I.
Entre 1474, año de la muerte de Enrique IV, y 1479 surge una guerra civil por la sucesión entre partidarios de Isabel y partidarios de Juana la Beltraneja, hermanastra e hija legítima de Enrique IV, respectivamente.
El reino siguió expandiéndose con la toma de Granada, la incorporación de las Islas Canarias a la Corona y las nuevas tierras descubiertas por Cristóbal Colón, América.
En 1494, firmó el Tratado de Tordesillas con Portugal, en el que se dividían las áreas de influencia en el mundo: al oeste del Cabo Bojador para Castilla, al este para Portugal.
Aceifas
En la Península Ibérica, las razias musulmanas recibieron el nombre de Aceifas, del árabe al-ṣayfa: "Expedición bélica sarracena (arameo šarqqiyyīn, pl. de šarq: "oriental" - que en latín se adoptó como Sarracēni: "Natural de la Arabia Feliz, (u oriundo de ella)" que se hace en verano.
El nombre viene a su vez del árabe ṣā'ifah, que inicialmente significaba "cosecha", pero que a lo largo del tiempo se utilizó como "expedición militar", debido a la "cosecha" de bienes en los saqueos, y a que también solía realizarse en verano.
Las primeras razias importantes contra territorio cristiano peninsular comenzaron tras la derrota de Bermudo I por el andalusí Hisham I en la batalla de Burbia (791), llegando a saquear la ciudad de Oviedo en el 794.
Las aceifas moras se vieron interrumpidas con el ascenso al trono astur de Alfonso II el Casto y la victoria cristiana en la batalla de Lutos, dando inicio en respuesta a una serie de razias cristianas, como la efectuada en 798 contra Lisboa.
Las luchas internas en el emirato de Córdoba interrumpieron las incursiones, al menos de forma intensiva, hasta el ascenso al trono de Abderramán II. Tras acabar con las pretensiones de su tío Abdalá al trono y sofocar una revuelta en Murcia, organizó aceifas anuales contra los cristianos (en su mayor intensidad llegaron a organizarse hasta tres el mismo año). La mayoría se dirigió contra Álava y, especialmente, Galicia, que era la región del Reino de Asturias más vulnerable. Pese a ello, no faltaron tampoco los ataques contra Ausona (Vich), Barcelona, Gerona e incluso Narbona en las expediciones de los años 828, 840 y 850.
En el derecho malikí existía un precepto sobre cómo se había de realizar la guerra santa: La guerra santa debe efectuarse cada año, con una fuerza militar suficiente, hacia el lado más expuesto. Es un deber de solidaridad (unos contribuyendo con sus personas, otros con sus bienes) que se impone a todo varón de condición libre, púber y válido, incluso bajo la dirección de un jefe inicuo. Fueros de la familia Cuenca-Teruel
Dicho precepto fue cumplido con celo por Almanzor. En el año 981, en que Hisham II delega sus poderes en el caudillo, que es nombrado al-Mansür bi-llah ("El Victorioso de Dios"), organiza hasta cinco expediciones en tierras cristianas.
A su muerte, tras la batalla de Calatañazor (1002), Almanzor dejó un legado terrible: hasta 52 campañas militares victoriosas a los reinos cristianos, de las cuales las más conocidas son las aceifas organizadas a Barcelona (985) y Santiago de Compostela (997), donde según la leyenda hizo cargar a esclavos cristianos con las campanas de la catedral hasta Córdoba. Pero tampoco se vieron libres un gran número de monasterios cristianos como el de San Millán, ciudades portuguesas, o las capitales de los reinos cristianos de Pamplona y León, que llegó a saquear hasta cuatro veces.
Durante la dominación almorávide y almohade las aceifas se dirigieron tanto a territorio cristiano como a territorio musulmán. Los almorávides incursionaron todo el norte de África llegando hasta Ghana. El fanatismo de estos nuevos invasores provocó que algunos reyezuelos de taifas se aliaran con los reyes cristianos del norte, convirtiéndose también en objetivos de las aceifas veraniegas.
Las últimas aceifas importantes en territorio peninsular se producirían poco después de la batalla de Alarcos, en 1198 a Madrid y en 1199 a Guadalajara. La batalla de las Navas de Tolosa (1212) arruinaría definitivamente el poder militar almohade. Al-Ándalus no volvería a pasar a la ofensiva. (Referencia: https://www.wikanda.es/wiki/Aceifa)
 Reino Nazarí en Granada
La dinastía Nazarí o Nasrí (posible epónimo del nombre Nasr) fue la última dinastía musulmana que dominó el Reino de Granada desde 1238 hasta el 2 de enero de 1492. Su caída supuso el final de al-Ándalus. Fué fundada por Muhammad b. Yusuf b. Nasr, pero distinguió más con el nombre de Muhammad I o Ibn al Ahmar “Hijo del Rojo”, e hizo de este color su emblema y vestimenta, y dio lugar al nombre de la alcazaba que escogió como residencia en Granada, “La Roja”, ” al Hamra”, “La Alhambra”.
Emirato de Granada fue un estado islámico de la Edad Media situado en el sur de la península Ibérica y en Ceuta, con capital en la ciudad de Granada, comprendía parte de las provincias actuales de Jaén, Murcia y Cádiz, y la totalidad de Almería, Málaga y Granada, pero fue reduciéndose hasta que en el siglo XV abarcaba aproximadamente las provincias actuales de Granada, Almería y Málaga. El reino estaba dividido en circunscripciones territoriales y administrativas, denominadas tahas o coras. A la frontera entre el reino de Granada y los territorios de la Corona de Castilla se le denominaba la Banda Morisca, de ahí que muchos pueblos de Andalucía Occidental se llamen “de la Frontera [con Granada]“.
La capital nazarí, Granada, se convirtió en los siglos XIV y XV en una de las ciudades más prósperas de una Europa devastada por la crisis del siglo XIV. Era un centro comercial y cultural de primer orden que llegó a contar con unos 165.000 habitantes y del que se conservan importantísimos conjuntos urbanísticos como la Alhambra y el Generalife. En el Albaicín vivían los artesanos y el resto de la población ocupó la parte llana hacia el sur, con grandes industrias, aduanas y la madrasa (المدرسة). Hoy en día quedan numerosos vestigios como la Alcaicería, el Corral del Carbón o el trazado de las calles hasta la antigua puerta de Bibarrambla.
Esta dinastía tuvo un total de 20 sultanes o emires granadinos. El último de ellos, Boabdil, conocido como “el Rey Chico”, que el 2 de enero de  1492, se vio obligado a capitular, debido a las continuas luchas internas por el poder y por el asedio incesante de las tropas cristianas, acampadas en las inmediaciones de Granada y encabezadas por los Reyes Católicos. Este hecho, puso fin a más de 250 años de reinado nazarí.
Durante el reinado de esta dinastía se edificó el palacio de la Alhambra, considerado el máximo exponente del arte nazarí y una de las joyas del arte musulmán de todos los tiempos.
DESAPARICIÓN DEL EMIRATO NAZARÍ
Es importante saber cómo se cumplieron las capitulaciones: Para el musulmán vencido se abrían dos caminos: emigrar o permanecer. Para irse hubieron muchas facilidades de transporte hacia África; para quien decidió quedarse, podía establecerse en cualquier otro lugar de Castilla, pero su situación de oprimido se hacía muy patente y no les dejaba muchas ganas de vivir en otro sitio que no fuera su país de origen. Entre vencedores y vencidos hubo, especialmente durante aquellos primeros años, un verdadero abismo cultural e ideológico.
La desaparición legal de Granada como sociedad islámica ocurrió entre 1499 y 1501. Los acontecimientos que acaecieron estos años son absolutamente originales en sus motivaciones, alcance y generalidad. Los mudéjares no recibieron garantías suficientes que aseguraran su vida dentro del Islam como hasta entonces, por lo que viéndose amenazados se dio una conversión en masa de los moros de los arrabales y la Vega granadina. Los alpujarreños, por otro lado, se alzaron en armas en 1500, a lo que sucedieron más alzamientos en Níjar y Velefique, en las serranías de Ronda y Villaluenga. Para julio de ese mismo año, los Reyes Católicos habían pacificado las sublevaciones granadinas, y prohibieron a todos los musulmanes su estancia en el país, para no estorbar el adoctrinamiento de los cristianos nuevos o moriscos; así pues, destruyeron todos los libros islámicos y forzaron las conversiones.
En la repoblación cristiana, la Corona tuvo el control sobre las casas y tierras, se podían comprar las tierras y se hizo un reparto reglamentado de éstas en todos los lugares donde la población musulmana hubo de salir a tenor de las cláusulas de las capitulaciones. Por último debe tenerse en cuenta la alteración que la conquista y sus consecuencias introdujeron en el sistema económico del país. Hubo un gigantesco trasvase de bienes acompañado de la sustitución parcial de la mentalidad y unas técnicas del que hacer productivo, por otras. En el ámbito agrario lo musulmán y lo castellano coexistieron durante años.
La Difusión del Islam
La rápida difusión de la religión islámica que tuvo lugar durante los siglos VII y VIII a través de la conversión y la conquista militar fue un fenómeno sin precedentes en el cual una religión naciente se expandía de forma vertiginosa en tan solo un siglo. Mahoma, fundador y profeta del islam, comenzó a predicar sus revelaciones en La Meca hacia el 612. Veinticinco años después, sus seguidores, a los que se llamó musulmanes, habían alcanzado el control de toda la península Arábiga; de este modo, el islam se convirtió en la tercera gran religión monoteísta, tras el judaísmo y el cristianismo.
Hacia el 650, se había constituido un Estado islámico que abarcaba Arabia, el Creciente Fértil (en esencia, la región de Mesopotamia, es decir, los actuales Irak, Irán y Siria), así como el territorio que hoy ocupan Líbano, Palestina (Israel, Cisjordania, Gaza y Jordania) y Egipto. A principios del siglo VIII, el islam dominaba una amplia área que se extendía desde las regiones periféricas de China y la India, por el este, hasta el norte de África y casi toda la península Ibérica, por el oeste.

La notable rapidez de la difusión de esta religión debe atribuirse al uso de la fuerza militar. Mahoma atrajo al islam a los pueblos árabes de la península Arábiga gracias a la firmeza de su carácter, a la promesa de una salvación eterna para aquellos que perecieran luchando por este credo y a los bienes materiales que conseguirían quienes triunfaran en la conquista. Los ataques aislados de las primeras etapas de esta expansión no tardaron en convertirse en auténticas guerras a gran escala, en las que imperios y naciones se rendían al poder de este nuevo fenómeno religioso, militar, político, económico y social.( Referencia:

Bibliografías: